Beato Gonzalo
de Amarante, presbítero, 1186-1260
Tagilde, del obispado de Braga, es el pueblo portugués que le vió nacer. Se sabe muy poco de la vida de éste popular beato, perteneció a
una extensa familia noble, desde pequeño, prácticamente desde el bautismo, se
sintió atraído por la religión, dándose cuenta el Arzobispo
de Braga lo toma bajo su techo preparándolo para el sacerdocio. Luego le
encomienda la Abadía de San Pelayo por sus cualidades. Es muy responsable y
celoso de sus ovejas a las que acerca a Jesucristo más con las obras que con
los sermones, por ello adopta unas ropas de mendigo y, arreciando en la
penitencia, da en limosna a los pobres cuanto le llega.
Como
tiene un deseo vivo de visitar los Santos Lugares, deja a un sobrino el cuidado
de la Abadía y comienza su soñada peregrinación. En Tiera Santa, el tiempo pasa
como un suspiro, pero en realidad tarda catorce años en regresar a su abadía.
Su sobrino se ha dedicado al despojo. Entre comilonas, cacerías, vicios y
vanidades se ha convertido de servidor en dueño. No obedece los requerimientos
del tío y hasta lo echa con amenazas violentas, maltratándolo físicamente.
El
legítimo abad, aprendió mucho en Palestina. Se retira humillado y vencido.
Recorre los alrededores y predica feliz el Evangelio; construye una pequeña
ermita y se convierte en ermitaño orante solitario, predicador y consejero por
los alrededores de Amarante.
La
Virgen le lleva a pasar una noche en el monasterio de Vimaro, de los dominicos.
Allí es aceptado como religioso, recibe los hábitos, hace sus votos y edifica a
todos con su piedad, mortificación y santidad.
Con
la autorización del prelado, vuelve al oratorio de Amarante donde se entrega
sin límites a la oración, penitencia y apostolado hasta el fin de su vida
quemada en amor a Dios y en bien de los hermanos. Contrajo un gravísima
enfermedad y se dispuso a morir como los mejores discípulos del Señor. Muere en
manos de la Virgen el 10 de enero de 1260. Su cuerpo se venera en una
iglesia a él dedicada. Fue
beatificado por el Papa Pío IV en el año 1560.Su culto fue
concedido a toda la orden el 10 de Julio de 1671.