Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, 10 de Enero



Nació en Arequipa (Perú) el 26 de julio de 1602. Sus padres la enviaron a formarse en el monasterio dominico de Santa Catalina donde forjó su profundo espíritu religioso. Cuando tenía catorce años, su familia decide llevarla de vuelta a casa, pues deseaban iniciarla en la vida social de la ciudad y comprometerla en matrimonio.

Sin embargo, otro era el Plan de Dios y el deseo de Ana, que ya experimentaba claramente el llamado de Dios a consagrar su vida en el convento dominico. Animada por la certeza de su vocación, regresó a Santa Catalina a pesar de la gran oposición de sus padres.

Como novicia, su amor al Señor se purificó en la lucha interior. Quería con sinceridad llegar al cielo, pero le atribulaban algunas dudas sobre como hacerlo y eso le daba gran sufrimiento. Un acontecimiento providencial marcaría la espiritualidad personal de Ana por el resto de su vida. Se encontró nuestra beata con un fragmento de la vida de San Nicolás de Tolentino, de quien era devota; allí estaba el santo orando fervorosamente por aquellos que se encontraban en el Purgatorio y al ver el demonio que la oración de Nicolás era eficaz, trata de impedírselo; a más ataques y golpes del maligno, más era su fortaleza y más eficaz su oración. Después de leer esto, los miembros de la Iglesia Purgante serán la gran preocupación de Ana. Por ellos rezará, hará sacrificios y buscará recursos para ofrecer misas de sufragio. 

Ana quería ser santa y así lo fue manifestando en el amor que puso en cumplir con las responsabilidades que se le fueron confiando. Sacristana, y al tiempo Maestra de Novicias. En tiempos de la Beata Ana, la pequeña ciudadela de sillar que es el Monasterio de Santa Catalina, albergaba cerca de 300 personas. Era de estricta clausura, pero varias religiosas se habían relajado en la vivencia de su vocación. Cuando Ana fue elegida priora se esforzó por la reforma de su comunidad; las fieles se alegraron pero las descontentas le hicieron la vida imposible. Inventaban historias que la desacreditaban, se quejaban ante el Obispo, la encerraban en su celda y llegaron incluso a intentar matarla en tres ocasiones. A todas las afrentas respondía con el perdón, con la caridad, con la paciencia y con mucha prudencia.

Beata Ana de los Ángeles - Arequipa (Perú).

Vivió hasta las últimas consecuencias su vocación dominica y además Dios le concedió dones extraordinarios con los que pudo desplegar su amor al prójimo. Tenía fama de vidente y gracias a ello puedo socorrer en graves peligros a gente de todo tipo, incluso a su propio Obispo. La Beata Ana estuvo también preocupada por la evangelización de los indígenas. Desde la clausura desplegó un celo muy grande por esta causa, socorría a los indígenas pobres que se acercaban al convento e incluso empleaba el don de la bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo) para ayudar en la conversión de los nuevos cristianos.

Su tránsito sucedió el 10 de enero de 1686 y como es el día de su nacimiento a la gloria, la Iglesia del Perú la celebra ese día. 

Fue beatificada en Arequipa por el Papa Juan Pablo II en 1985. Recemos para que pronto sea canonizada y pidamos su intercesión.