Este día por la mañana en todas las catedrales, los obispos que son, como dice el Concilio, "los principales administradores de los misterios de Dios, que regulan, promueven y custodian toda la vida litúrgica de la Iglesia que les ha sido confiada", celebran una misa muy solemne con todos los sacerdotes ("el presbiterio" de sus diócesis) y en ella los sacerdotes con un solo corazón y una sola alma renuevan sus promesas y su obediencia al Obispo. En ella, además, se consagran los Santos Óleos, es decir, los aceites que se emplean en diversos sacramentos: el bautismo, la confirmación, la ordenación sacerdotal y la unción de los enfermos. La consagración de los óleos se celebra precisamente este día para indicar que todos los sacramentos nos relacionan con el Misterio Pascual de Jesús y que todos los sacramentos tienen su culmen y su Centro en la Eucaristía.
Pero además de la Misa Crismal, por la tarde en todas las iglesias se celebra la Misa de la Cena del Señor, conmemoración de la institución de la Eucaristía. Son muchos los gestos que se evocan en el Jueves Santo. Uno de ellos es el signo de humildad y sencillez que realizó Jesús al lavarle los pies a todos sus discípulos, diciéndoles que ellos se los deben lavar unos a otros, "en verdad les digo que el siervo no es más que su señor, ni el enviado más que quien lo envió" (San Juan 13, 16), y el sacerdote en la liturgia lava los pies a doce feligreses.
Además el Jueves Santo, día del amor fraterno se hace una colecta especial destinada a Caritas para socorrer a los mas necesitados. El sentido de esta colecta es la de ofrecer aquellas cosas fruto de las privaciones personales durante la cuaresma.
Después de la Comunión se expone el Santísimo Sacramento de forma solemne en el monumento, las sagradas formas servirán para la comunión del día siguiente. Los Evangelios cuentan que terminada la cena de Pascua, el Mesías y sus apóstoles se dirigieron al Monte de los Olivos a orar. Él se distanció un poco, rezaba y sudaba cada vez más fuerte, comenzó a sentirse angustiado porque sabía lo que venía, y un ángel del cielo lo reconfortó. Cuando fue a buscar a sus amigos se dio cuenta de que estos se habían quedado dormidos, Él les dijo, "ha llegado la hora en que el Hijo de Dios debe ser entregado. Levántense, ya se acerca el que me va entregar".
Por eso es muy importante que tras la Eucaristía de la Cena del Señor, oremos delante del Santísimo, bien de forma personal o bien en vigilias de oración, en signo de la oración de Jesús en el Monte de los Olivos, la noche antes de ser entregado.